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Las culturas mesoamericanas tenían
una relación fundamental con la naturaleza, en especial con las aves, las
cuales representaban conceptos, significados especiales y valores
religiosos, además de formar parte esencial en sus rituales y cosmogonía, en
la cual eran consideradas como la representación de algunos seres
mitológicos y deidades.
Las aves también tenían un fin doméstico, además de servir para la
alimentación. En el México prehispánico, el guajolote fue catalogado como el
gran alimentador, ya que constituía la fuente principal que las culturas
mesoamericanas tenían con la naturaleza, en especial con las aves, las
cuales representaban conceptos, significados especiales y valores
religiosos, además de formar parte esencial en sus rituales y cosmogonía, en
la cual eran consideradas como la representación de algunos seres
mitológicos y deidades.
Las aves también tenían un fin doméstico, además de servir para la
alimentación. En el México prehispánico, el guajolote fue catalogado como el
gran alimentador, ya que constituía la fuente primaria de la dieta
alimenticia de las culturas y los pueblos indígenas, también se consumían el
faisán, las palomas y las múltiples variedades de codornices. El plumaje de
algunas aves exóticas servía para distinguir rangos y jerarquías: el penacho
de Moctezuma es un claro ejemplo de la importancia que daban a la
ornamentación en esta época.
Estos antiguos pobladores eran muy afectos al ornato, por lo cual el plumaje
de algunas aves resultaba de gran utilidad para embellecer y complementar
los diferentes adornos que llevaban en sus cuerpos, además de delimitar las
jerarquías. Se utilizaban piedras preciosas y plumas de aves poco comunes
como el faisán y el quetzal.
Algunas aves representaban a múltiples elementos sagrados para la mitología
indígena, tales como la luna, el agua, el sol y el cielo. Los Búhos y las
lechuzas representaban oscuridad y muerte mientras que los quetzales,
guacamayas y pericos: eran relacionados con el sol .
Estas deidades eran representadas en una gran variedad de figuras por cada
una de las culturas, el material más utilizado era el barro, además de las
pinturas murales y los códices que eran realizados por artesanos que gozaban
de gran prestigio en su comunidad.
Algunas plumas eran tomadas como mercancías en el comercio precolombino,
algunas de ellas llegaron a aceptarse como monedas y su uso se prolongó
mucho tiempo después de la conquista, incluso su utilización llegó hasta el
siglo XIX.
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