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Debemos admitir que, sin desarrollo económico, nuestras sociedades no podrían continuar su existencia. Pero además de reconocer ese hecho, también debemos dejar claro que entre las consecuencias menos deseables de ese desarrollo está la agresión cotidiana al entorno natural. Esta agresión, que avanzó casi sin límites durante varias décadas en todo el mundo, ya ha tenido un impacto directo sobre la calidad de vida de los humanos. El deterioro de la vida silvestre incluyendo Especies y, sobre todo, las comunidades ecológicas de las que formaban parte, ha mermado ya nuestras posibilidades de un desarrollo equilibrado, mesurado y consistente. Ya amenaza, incluso, nuestra propia permanencia como Especie.

Ciertamente, mucha de esa merma en nuestras expectativas obedece a las profundas modificaciones que aún se hacen a extensas áreas naturales, con lo que innumerables Especies, de todo tipo de organismos, son removidas de una vez y para siempre de la faz de la tierra. Pero por otra parte, hay un segundo factor de deterioro que se adiciona al anterior: el saqueo sistemático de Especies silvestres en las pocas regiones naturales que aún quedan en todo el mundo. Con este tipo de prácticas se ataca de manera directa a Especies que, por una razón u otra, son de interés para algunos grupos humanos que cuentan con los recursos para promover su captura -y más adelante su compraventa- sin escrúpulo alguno. No se trata de aquellos grupos que cazan para sobrevivir, sino de aquéllos que aprovechando la pobreza de algunas comunidades rurales en muchos sitios del mundo, convencen a algunos de sus habitantes para capturar Especies silvestres, se las compran a precios irrisorios y luego las revenden en el mercado internacional con ganancias exorbitantes. Esta dinámica actúa no sólo en contra del equilibrio natural, sino que viola las leyes de protección a la naturaleza de la mayor parte de los países.

Sin duda existen algunos casos en los que se producen plantas o animales en cautiverio, en criaderos especializados establecidos de manera lícita (principalmente para el mercado de las mascotas y secundariamente para el aprovechamiento de pieles y subproductos diversos), pero este hecho no
elimina el inmoral negocio de la extracción de Especies del medio silvestre para su venta ilegal.


El enorme volumen que han ido alcanzando las operaciones de los traficantes internacionales de Especies silvestres, a nivel mundial, ha motivado a la comunidad internacional a organizarse para combatir esas actividades que degradan el ambiente. En respuesta a este problema, numerosos países firmaron en 1973, en Washington, Estados Unidos de América, la llamada Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés). Muchos países se han adherido a esa Convención y a la fecha colaboran de manera estrecha para combatir el comercio ilegal de Especies silvestres. La CITES establece las reglas para el comercio lícito de Especies silvestres y las restricciones particulares a las que quedan sujetas las Especies atendidas por este acuerdo internacional. México se adhirió a la CITES en 1991 e inició sus operaciones, de manera formal, en 1992. La autoridad mexicana responsable de dar cumplimiento a las acciones de la Convención CITES es la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca (SEMARNAP), a través del INE y la PROFEPA.

Precedida por un intenso trabajo de investigación, esta guía pretende dotar al personal oficial mexicano, responsable de la vigilancia e inspección sobre vida silvestre, de información con un sólido fundamento científico para el reconocimiento de las Especies de mayor comercio a través de México. Adicionalmente, provee información indispensable para el tratamiento administrativo de las operaciones de importación y exportación respectivas.


El carácter de esta guía, sin embargo, es el de una herramienta auxiliar para la labor oficial, por lo que los usuarios deben tener presente que la práctica cotidiana y la adquisición paulatina de conocimientos más profundos sobre el tema, son los complementos ideales de esta obra. Lo anterior, aunado a un
alto espíritu de responsabilidad hacia el futuro del hombre y hacia el cumplimiento óptimo de las tareas que les ha asignado la sociedad, constituirá sin duda una gratificante experiencia.

Dr. Jorge Soberón Mainero
Secretario Ejecutivo
Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad
C O N A B IO